SOMOS DE UN PUEBLO.
Somos hijos de un pueblo donde la ficción no solo habitaba en las calles, ni en las historias de los abuelos sino también en bibliotecas comunales que cerraban al medio día y donde se veía de todo menos lectores. Somos de un pueblo donde ir al cine no solo era “pa vernos a oscuras” sino también para descubrir quien iba en serio y quien no.
Somos de un pueblo donde fácilmente por la música sabíamos de las peleas de los otros, de las propias y de esas que ya no se verían jamás. El pueblo donde por las ventanas salían melodías que se mezclaban con la brisa mañanera y se suspendía al atardecer mientras el cielo se estrellaba y no había mejor sonido que el del camino de vuelta a casa.
Somos de un pueblo que se narra en cada uno de sus actos, difícil distinguir cuánto de realidad y que tanto de “embuste” tiene una historia. Somos nacidos de un pueblo de venas abiertas, emocional y pasional, lleno de incongruencias y falto de apariencias. Nos criaron para ver, para leer, para oír la vida como se nos viniera. Somos de un pueblo que se ha narrado tanto de distintas maneras que ya no hace parte de la realidad. Venimos de la ficción y si algo nos han enseñado quienes cuentan estos cuentos es que entre mejor construido el villano mejor historia contaremos.
Somos de un Pueblo Villano.